La nostalgia y el deseo por estar en Puerto Rico rodeada de sus familiares en una Navidad pandémica, llevó a Desirée Velázquez Rodríguez, dueña y fundadora de Lilasuds, a hacer un puente imaginario desde Nueva York hasta la Isla a través de su tradición anual de elaboración de casitas de jengibre.
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Desde Astoria, construyó una casita jíbara de jengibre que le acercaba a la Isla en una época tan especial para ella y su familia.
“Tenía ganas de ir a Puerto Rico y no podía así que le rendí un tributo a la Isla con esta casita. Conversé con mi madre para conocer los detalles de la casita y de la vida jíbara. Me gustó hacerla porque también me ayudó a conectar con mi familia en este tema”, dijo la también diseñadora de textiles y estampados en J.Crew.

Desirée, al igual que muchas otras personas, forma parte de un amplio grupo de boricuas que residen fuera de la Isla. Como ella, muchas personas, sienten a Puerto Rico en el corazón y lo expresan a través de su identidad. Esto, a su vez, se representa de muchísimas maneras, como por ejemplo, el arte, la comida, el idioma y la bandera.

El Negociado del Censo de los Estados Unidos reportó una baja en población en Puerto Rico de un 11.8%.
Para el doctor Manuel Avilés Santiago, ser boricua y vivir fuera de Puerto Rico establece un “rol pedagógico” para implementar en cualquier oportunidad que se presente. Algo tan sencillo como una conversación con unas amistades, puede convertirse en un espacio para educar sobre la cultura puertorriqueña y sus particularidades sociales, políticas y económicas, entre otros aspectos.
“Cuando, por alguna razón, no estás en Puerto Rico y eres puertorriqueño o puertorriqueña, no abandonas tu identidad. Al contrario, tienes una oportunidad para educar y romper con los estereotipos”, destacó el profesor de Comunicación y Cultura en Arizona State University (ASU) que también trabaja como director en la Office for Veteran and Military Academic Engagement de la institución académica.

Cuando sales de Puerto Rico de vacaciones a cualquier parte del mundo, para pasar un tiempo por educación o trabajo en otro país o simplemente para vivir en otro lugar, se carga una bandera imaginaria en el pecho. Esto es lo que el doctor Avilés Santiago describe como “una responsabilidad de representar y una oportunidad para educar y enseñar de dónde vienes”.
En 2019, se estimó en términos netos, que cerca de 35 mil personas emigraron a otras jurisdicciones de los Estados Unidos, según reportó la Encuesta sobre la Comunidad del Censo.
Desde su experiencia como puertorriqueño en los Estados Unidos y como profesor que ha trabajado y publicado investigaciones sobre la representación de la identidad boricua en espacios como la milicia, los certámenes de belleza y los medios de comunicación, Avilés percibe una evolución identitaria que se extiende a lo que denomina como “patria digital”.
Ya sea a través de medios de comunicación, “influencers”, publicidad, “posts” en redes sociales y hasta grupos de boricuas en diferentes partes del mundo, el “abrazo digital” se hace mayor y las oportunidades de “representar” también.
La comida y el idioma son dos ejemplos identitarios de puertorriqueño/a en los Estados Unidos. Sin embargo, se deben a sus contextos y, en ocasiones, dados los movimientos migratorios históricos, a una multiplicidad de identidades.
“Las personas deben entender que existen diferentes contextos y dinámicas para todo aquel que se identifique como puertorriqueño. Por ejemplo, la manera en que se cocina y cómo se habla. Existe una deconstrucción de la identidad a través del lenguaje invariable, entiéndase, español e inglés”, añadió Avilés Santiago.
Tener la oportunidad de “rePResentar” va mucho más allá. Ya sea través de la nostalgia y el deseo de reconectar, como fue el caso de Desirée o cualquier otro, la relevancia de trascender con las acciones, se impone como una oportunidad para educar.
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