Una visita a uno de los clubes boricuas más legendarios de Nueva York puede describirse como un evento “surreal” o “mágico”. Ese escenario concurrido, frío y urbano característico de “La Gran Manzana”, puede cambiar cuando se llega al 244 de Grand St en Brooklyn. Es literalmente un mundo paralelo. En segundos, puedes pasar de sentir el frío de una calle congelada en Williamsburg al calor de entrar a un chinchorro boricua en Nueva York: el Caribbean Social Club.

No es mi primera vez compartiendo con María Antonia “Toñita” Cay, dueña y fundadora del Caribbean Social Club. Las visitas a este espacio han sido regulares por años, preferiblemente en Navidad, y hasta para despedir el año. La he visto y saludado en Brooklyn y hasta en Naguabo, en tiempos “normales” y con pandemia. La visita a Toñita es básicamente una parte esencial de cada viaje a Nueva York. La razón es sencilla: es un vínculo directo con Puerto Rico.
Lo que comenzó como un club para reunir a atletas del béisbol y sus familias en la década de los 80, hoy es un segundo hogar para amantes de la cultura latina en Nueva York. Desde “Los Sures” (el sur de Williamsburg), Toñita estableció hace más de 40 años un espacio que combina el entretenimiento y la gastronomía desde una perspectiva social y con una gran apreciación por la cultura boricua.
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Conversar con Toñita es parte de la experiencia de visitar este lugar. Es una mujer carismática y honesta. Apreciar sus llamativas sortijas es clásico. Es imposible pasarlas por alto. Tienen diversidad de formas, tamaños y colores.
“Me gustan mucho las sortijas, yo misma las escojo y me las pongo. Es algo mío”, contó mientras lucía unas alusivas a Navidad.
La banda sonora de este espacio es variada. Se pueden escuchar a Ismael “Maelo” Rivera y Héctor Lavoe, pero también a Wisin y Yandel y Bad Bunny. De igual manera, se pueden escuchar a quienes frecuentan el lugar, “a los de siempre”, como Héctor y “El Gato”, contando sus historias y su añoranza por algunos momentos del pasado y a Toñita narrando y recordando anécdotas sobre los días en su natal Juncos.
Las banderas de Puerto Rico sobresalen en el espacio que lleva memorias con más de 40 y 50 años en cada pared. Reconocimientos y fotografías de Toñita y retratos y recuerdos de personas y equipos de pelota que han visitado el club también pueden destacarse. Una mesa de billar, una para jugar dominó y una vellonera moderna invitan a quedarse a compartir.
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El espacio ha servido de inspiración para muchos proyectos de celebración de la identidad boricua y latina y hasta ha sido un lugar predilecto para que cantantes como Bad Bunny celebren el lanzamiento de un nuevo disco. Otros artistas, como Madonna y Maluma, también se han dado la vuelta para realizar sesiones fotográficas en el lugar.
Sin embargo, para Toñita la magia de este espacio está en la gente que frecuentemente lo visita. Ese es el espíritu de Caribbean Social Club. La persona que la ve, la saluda y disfruta del lugar, la compañía, la comida y la música.
Me gusta que la gente se sienta en casa. Aquí todo el mundo es bien recibido.
María Antonia “Toñita” Cay
Este caluroso abrazo boricua que se recibe al llegar a Toñita’s, como también se le conoce al espacio, se refleja igualmente en la comida que ella prepara y da sin costo alguno a su comunidad y clientela.
“Mira, nena. Sírvete”, se escucha decir a Toñita al fondo mientras vas entrando al local.
Sus ofrecimientos son variados. Un día puedes degustar arroz con corned beef, otro día patitas de cerdo con garbanzos y en Navidad, por supuesto, un buen plato de arroz con gandules, jamón con piña, pernil y pasteles, todo confeccionado por ella.
“Me gusta cocinar. Ya tengo más o menos un menú hecho para cocinarle a la gente. Todo lo hago el mismo día y cuando llegan, les ofrezco para que coman”, explicó.
La entrada y salida de amistades del vecindario que la visitan y la saludan, comen en el lugar o le dan regalos de Navidad es frecuente. Algunas personas le devuelven utensilios de cocina que les prestó, otras se asoman para ver si “ya hay fiesta” y unas simplemente entran a compartir con ella.
Toñita, activa todo el tiempo y solo en descanso cuando va a comer, es una pieza clave en la comunidad para entretener pero también para servir y unir a quienes le visitan. Sin importar la generación, toda persona que entra al club interactúa con ella ya sea para tomarse una foto en la barra, conversar o hasta pedirle la bendición. “La matrona”, “la real”, “la dueña y señora”, le dicen. Este happy place y Toñita propician un ambiente festivo y alegre en el que se conoce a personas que desde ese entonces se llaman “familia”.
“Bendición, Toñita. ¡Hoy se bebe!”, le comentó un joven al llegar al lugar.
-“Y mañana también”, respondió Toñita.